Las primeras herramientas que ayudaron a la factorización fueron el lápiz y las plantillas de papel, “qué descubrimiento hemos hecho”. En serio, durante los siglos XVIII-XIX los instrumentos y plantillas en papel no satisfacían las necesidades y volúmenes de números a factorizar. Las primeras proposiciones para la creación de máquinas fueron las de crearlas con un movimiento cíclico y realizadas por J.H. Lambert, E. Lucas y W.F. Lawrence.


En 1.896 Frederick William Lawrence describió una máquina que utilizaba tiras de papel que giraban a lo largo de engranajes dentados, donde el número de dientes representaba una exclusión modular y la zona donde el papel era perforado representaba un resto válido. Aunque la máquina de Lawrence no llegó a construirse, sirvió para que en 1.912 Maurice Kraitchik y A. Gérardin construyeran una basada en sus ideas, más tarde P. Carissan y E. Carissan construirían otra que, según E. Carissan, podía probar la primalidad de números de 10 dígitos entre 2 y 15 minutos.
Durante la década de 1.920 Derrick Norman Lehmer, influenciado por las ideas de Gérardin, construyó con su hijo D. Henry Lehmer distintos dispositivos para factorizar, utilizando primero plantillas de tarjetas perforadas que fueron publicadas en 1.929 y más tarde siguieron con dispositivos mecánicos, construyendo una máquina motorizada con cadenas de bicicletas de distintas longitudes, cuando la cadena se situaba en una posición concreta cerraba un circuito, si todas las cadenas estaban en la misma posición en el mismo momento, una corriente elécrica circulaba a través del dispositivo y notificaba la localización de un número. Decían que podían tratar entre 50 y 60 números por segundo, más tarde desarrollaron un dispositivo fotoeléctrico con la capacidad de tratar entre 5.000 y 6.000 números por segundo. Indicar que durante la preparación de sus tablas, los Lehmer utilizaron las de Burckhardt, Dase, Glaisher y Kulik.